No hay duda de que la iluminación juega un rol importante dentro de la decoración y, además, afecta nuestra salud. Por otro lado, el consumo eléctrico puede impactar significativamente en el presupuesto familiar. Por eso, a la hora de dirigirnos a una tienda de lámparas tenemos que elegir con cuidado, buscando aquel modelo capaz de satisfacer las tres necesidades.
Cuando te planteas la posibilidad de contribuir al ahorro energético, primero debes aprender a utilizar la electricidad de forma responsable. Después debes pensar en emplear bombillas de bajo impacto. Y es aquí donde el modelo clásico se enfrenta a una ardua competencia contra las lámparas LED que permiten un ahorro promedio de un 80% y, por si fuera poco, tienen una vida útil mucho más larga.
No todas las luces LED son iguales
Las emisiones artificiales son capaces de alterar los ritmos circadianos, responsables de mantenernos despiertos en el día y hacernos descansar por la noche. Cuando la iluminación que usamos no satisface dicha necesidad sufrimos de fatiga visual, dolores de cabeza, dormimos mal, etc. Las bombillas LED han complicado la situación porque emiten luz azul (fría) en una mayor proporción que las incandescentes, que son más cálidas.
Una exposición excesiva a esta claridad tiene un efecto dañino a largo plazo sobre la sección del ojo que recibe las imágenes que percibimos, la retina. Esto se ve reforzado por el hecho de que permanecemos extensos períodos de tiempo delante de las pantallas de los dispositivos electrónicos. ¿Significa que no debemos usar este tipo de iluminación? No, de ningún modo.
El sol emite luz azul y en gran parte, la misma nos mantiene alertas durante el día. Recibir los rayos solares en la mañana es sano puesto que nos activa. En los países nórdicos donde la gente pasa horas, en invierno, sin sentir su presencia tiende a sufrir más de depresiones. Incluso, existen tratamientos lumínicos indicados en aquellas ocasiones en las que no se cuenta con mucha luz solar.
¿Cuál es entonces la opción apropiada?
No obstante, la sobreestimulación de luz azul, horas después del mediodía y en la noche, mantiene nuestro organismo activo e impide la formación de la melatonina, que garantiza el descanso nocturno. Es decir, que dependiendo del momento y la actividad que realicemos necesitamos un tipo de emisión diferente. Por tanto, las mejores lámparas LED son aquellas que pueden regularse imitando las variaciones de la iluminación natural a lo largo de la jornada.
Con ellas solo tenemos que alternar la emisión unas dos o tres veces al día con un interruptor, de manera que podamos disfrutar de un máximo rendimiento diurno y un descanso óptimo al llegar el ocaso. Por ejemplo, el modelo Live de Ideal Lux que ofrece Alsi Iluminació es una luminaria LED de color regulable RGB, portátil, que permite una autonomía de 10 horas de uso continuo. Así, también podremos realizar las actividades rutinarias disfrutando de una excelente claridad.